miércoles, 20 de octubre de 2021

Carmen Martín Gaite

Martín Gaite, Carmen. Salamanca, 8.XII.1925 – Madrid, 23.VII.2000. Novelista y ensayista perteneciente a la “Generación de Medio Siglo”.

Nació en la salmantina plaza de los Bandos, en el seno de una familia acomodada. Su padre, José Martín López, era notario; viudo de un primer matrimonio, casó con la joven gallega María Gaite Veloso, el 19 de mayo de 1923. De esta relación nació Ana María y, al año siguiente, Carmen.

Parte de las Fotografías sacadas Biblioteca Digital de Castilla y León – In Copyright (InC): http://rightsstatements.org/vocab/InC/1.0/



En su primera infancia, ninguna de las hermanas fue al colegio y recibieron clases particulares de Dibujo, Idiomas y Cultura General, aunque fue su padre quien, en realidad, le inculcó a la escritora su afición por el arte, la historia y la literatura.

En plena Guerra Civil, cursó sus estudios de bachillerato, y fue en el instituto femenino de Salamanca donde dos profesores, Rafael Lapesa y Salvador Fernández Ramírez, iban a influir decisivamente en su vocación literaria. Tras concluir esta etapa educativa, comenzó en 1943 la carrera de Filología Románica, que culminó con Premio Extraordinario.

Viajó a Madrid a finales de 1948 con el propósito de realizar los cursos de doctorado y aprobar unas oposiciones. Pero, de momento, ninguno de estos objetivos se cumpliría. Transcurridos pocos meses desde su llegada a la capital, se produjo el reencuentro con Ignacio Aldecoa, a quien conoció en las aulas universitarias salmantinas. Fue ahora cuando se iniciaron sus relaciones amistosas con varios jóvenes, muchos de los cuales entrarían luego a formar parte de la denominada “Generación de Medio Siglo”: Fernández Santos, Medardo Fraile, Josefina Rodríguez, Alfonso Sastre y Rafael Sánchez Ferlosio; con este último contrajo matrimonio, el 14 de octubre de 1953. Tras la boda pasaron un tiempo en Roma, además de viajar por otros lugares de Italia, por lo que durante este periodo también le sirvió para conectar con la literatura contemporánea del país.

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En octubre de 1954 Carmen Martín Gaite recibe a su primer hijo con su esposo Rafael, al cual se le concede el nombre de Miguel Sanchéz Martín. Lastimosamente, Miguel es diagnosticado con la peligrosa enfermedad de meningitis y perece por esta en mayo del año 1955. Dos años después del suceso, reciben a su hija Marta Sánchez Martín.

En 1970 se separa de Rafael Sánchez Ferlosio, luego de veinte años de unión matrimonial. Se muda con su hija Marta, luego de la separación, para acompañarse mutuamente, quien fallece en 1985 luego de contraer SIDA por el uso de jeringas infectadas para inyectarse heroína.

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Todos ellos se agruparon en torno a la Revista Española, financiada por Antonio Rodríguez Moñino (director también por aquel entonces de la valenciana editorial Castalia), y con Sastre, Ferlosio y Aldecoa como encargados de la redacción. En esta revista, de la que sólo salieron seis números —el primero de ellos en mayo de 1953—, colaboró asiduamente Carmen Martín Gaite. El contacto con este grupo de jóvenes escritores y sus colaboraciones en revistas madrileñas como La Hora o Alférez (donde aparecieron sus primeros artículos), la separaron definitivamente de los proyectos que la habían llevado a Madrid.

En su prólogo a la novela Los bravos, de Jesús Fernández Santos, afirma la escritora: “Por libre, por separado y casi siempre por casualidad, fuimos tomando contacto los amigos de entonces, según iba pudiendo ser, con Sastre, con Hemingway, con Truman Capote, con Italo Calvino, con Tennesse Williams, con Camus, con Dos Passos, con Kafka, con Priestley, con Joyce, con Ciro Alegría.

Las voces desparejadas y lejanas de aquellos escritores eran como un rescoldo en torno al cual necesitábamos agruparnos para enlazar con algo, para no sentir que se partía de cero”.


En 1954 publicó El balneario (Premio Café Gijón en la primavera de ese mismo año), novela corta que marcó el inicio de una trayectoria literaria fecunda y variada.

En 1958 le fue concedido el Premio Nadal a su novela Entre visillos, crónica de la juventud burguesa de provincias a la que ella misma perteneció, y aparece Ritmo lento en 1963, con la que resultó finalista del Premio Biblioteca Breve.

Durante casi una docena de años, Martín Gaite se dedicó fundamentalmente a la investigación histórica.

Fruto de esta actividad fue la realización de su tesis doctoral, publicada más tarde bajo el título de Usos amorosos del dieciocho en España. Tras este paréntesis narrativo, continuó su andadura literaria con novelas como Retahílas (1974) o El cuarto de atrás (Premio Nacional de Literatura, 1978), en las que se reivindica el mágico poder de la palabra, la conversación placentera como único medio de luchar contra la soledad y el hastío. Ambas han sido estudiadas en profundidad dentro y fuera de nuestras fronteras.

No obstante, siguió cultivando el género ensayístico —El cuento de nunca acabar (1983)—, sin descuidar su labor como articulista, traductora (de escritores como Italo Svevo, Emily Brönte, Virginia Woolf o Gustave Flaubert), conferenciante, autora de cuentos infantiles (El castillo de las tres murallas, El pastel de diablo o Caperucita en Manhattan), y de obras dramáticas (La hermana pequeña, aunque escrita en 1959, se estrenó el 19 de enero de 1999 en el Centro Cultural de la Villa de Madrid).

Colaboró también como guionista para series de televisión (Teresa de Jesús; o Celia, basada esta última, en los famosos cuentos de Elena Fortún).


En 1988, compartido con el poeta gallego José Ángel Valente, recibió el Premio Príncipe de Asturias, y en 1992, sus paisanos le concedieron el Premio Castilla y León de las Letras.


En 1994, de nuevo el Nacional de Literatura, esta vez por el conjunto de su obra.

Novelas como Nubosidad variable (1992), La Reina de las Nieves (1994), que dedicó a su única hija Marta, fallecida a los veintiocho años, o Irse de casa (1998), culminaron una intensa carrera literaria.


Víctor García de la Concha habla de Carmen Martín Gaite como académica in pectore, ya que, pese a los intentos de incorporarla a la Real Academia Española por parte de sucesivos directores —Rafael Lapesa, Pedro Laín, Fernando Lázaro o el propio García de la Concha—, siempre se resistió a formar parte de esta institución.

Sus propios compañeros y la crítica especializada le manifestaron en no pocas ocasiones su reconocimiento y la distinguieron con la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, en 1997, y la Pluma de Plata del Círculo de la Escritura, en 1999. En junio del año siguiente le concedieron la Medalla de Oro de la Villa de Madrid.

Pocos días después, a comienzos del verano de 2000, se le diagnosticó una grave enfermedad, que seis semanas después acabó con su vida.

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Fue enterrada en el cementerio del madrileño pueblo de El Boalo, donde poseía una casa familiar y donde, además, reposan los restos de sus padres y de su hija.

Tras su muerte se publicaron Los parentescos (2001), novela inconclusa de la que llegó a escribir veintiún capítulos, Pido la palabra (2002), donde se reúnen veinticinco conferencias de la autora, y Cuadernos de todo (2002), una colección de textos en los que se mezclan vivencias personales y reflexiones sobre el arte de escribir.


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