lunes, 9 de noviembre de 2020

La historia de Bonnie y Clyde.


Bonnie Parker y Clyde Barrow: (Texas, EE.UU.) Estos dos amantes del crimen hicieron suyo aquel mandamiento utilizado en otros momentos por quienes adoraban «vivir peligrosamente». Esta era la única meta, la única diversión de Bonnie y Clyde.

Y así lo admitieron ellos mismos —o, al menos, Bonnie Parker— cuando ella escribió una especie de poema póstumo (para ser publicado tras su muerte) que un diario de Dallas imprimió, efectivamente, bajo el título de Historia de Bonnie y de Clyde. La publicación y, por lo tanto, la muerte de sus protagonistas ocurrió en la primavera de 1934.

Y, como toda historia, la de sus protagonistas se inició obviamente con su nacimiento. Clyde Barrow había nacido en 1910. Sus primeros años fueron, sobre todo a las puertas de la adolescencia, tan iguales a otros de idénticos malhechores, que casi resultó aburrido sugerirlos: robos de coches, asaltos a tiendas, peleas entre bandas, además de detenciones, correccionales y, después, interrogatorios en comisarías. También como tantos otros, Clyde salió de cada encierro con ambiciones más insoslayables y de mayor calado. Su siguiente ascenso en la escala del delito lo llevó al atraco de oficinas bancarias, en un puro ejercicio de «precalentamiento» para el crimen, ya que no vivía en una miseria que justificara, en parte, sus latrocinios.


Clyde Barrow nació el 24 de marzo de 1909, el cuarto de una familia de ocho hijos, en una granja de las afueras de Teleco, en el sudeste de Dallas. Bonnie Parker nació el primero de octubre de 1910, segunda de tres hijos; su padre era albañil. Familias analfabetas, que vivían a los saltos, y que sufrieron el perjuicio de una intensa depresión económica.

En estas estaba, trabajando a su aire, cuando se cruzó en su camino Bonnie Parker, una mujer nada corriente que llamaba la atención por un cierto atractivo descarado y una cabellera pelirroja espectacular. Era una mujer amante de las sensaciones fuertes, con una necesidad constante de vivir en una alteración emocional, y apasionada por los automóviles espectaculares (deportivos, de gran cilindrada), mucho mejor si sus ocupantes —ella misma— manejaban también armas rotundas y lo conducían personas, como ella, ávidas de violencia gratuita. Curiosamente, la asociación entre ambos no se produjo por motivos sentimentales o sexuales (quizás porque aun siendo ella una ninfómana, él sufría su impotencia mezclada con cierta bisexualidad difusa en la que su pelirroja amiga apenas tenía nada que hacer). Sin embargo, la simbiosis y las afinidades en cuanto a una compartida idolatría para con las guerras urbanas, los disparos, las peleas y la sangre, los uniría con lazos aún más fuertes que los del placer sexual.


 En diciembre de 1926, Clyde fue acusado por primera vez de haber robado un auto. Pero recién cuatro años después, en marzo de 1930, fue condenado a cumplir 14 años de prisión, por hurtos menores y robo de autos. Escapó de la cárcel con la ayuda de Bonnie, que logró introducir armas en su celda; pero lo arrestaron poco tiempo después en Ohio. No pasó más de dos años en prisión, siempre visitado por Bonnie. Consiguió la libertad condicional en febrero de 1932.Clyde regresó a su casa en Dallas, y se reunió con Bonnie. Su intención era abandonar la delincuencia, y vivir del trabajo. Bonnie soñaba con ser cantante y poeta. Clyde viajó a Massachusetts para trabajar en la
construcción. Pero sólo aguantó unas pocas semanas.
 

Su suerte ya estaba echada, la delincuencia seria el camino.

Una vez que comprobaron que habían nacido el uno para el otro, decidieron formar su propia banda de malhechores; una banda que destacaba por un carácter casi familiar, ya que estaba formada por el hermano de Clyde, Buck, la mujer de este, Blanche, y otros tres individuos: Hamilton, Jones y Methvin. Con su flamante organización a punto empezaron las acciones. Una de las más espectaculares tuvo lugar en Joplin (Missouri) y, por primera vez, tuvieron que hacer frente a un cerco de la policía del que, tras un diluvio de tiros, lograron escapar, con un saldo de tres policías muertos. Durante el resto del año 1933, se sucedieron las persecuciones y los delitos en diversos estados y ciudades de toda la Unión, no siempre coronados con éxito. Porque, realmente, estos gángsters se diría que trabajaban «artesanalmente», por el puro placer de delinquir, y no tenían ni la influencia ni la sangre fría de los grandes prebostes mafiosos del país. Así, en el mes de julio, nuevamente fueron cercados por la policía en el mismo estado, ahora en Platte City. Así cayó herido el primer miembro de la banda, Buck Barrow. Pero lograron huir hasta Iowa, donde, de nuevo, fueron asediados por unos policías que parecían reproducirse como las setas.

En esta ocasión Buck murió a causa de las heridas precedentes y su mujer, Blanche, fue detenida. Entonces, tan sólo con la compañía de Jones, Bonny y Clyde escaparon campo través perseguidos por una jauría de policías y de perros policías. Los agentes consiguieron, al menos, la captura de Jones. Los dos «amantes» se quedaron solos frente a todos y, como era de esperar, se defendieron matando. En los primeros días de 1934, casualmente se cruzaron en una carretera con un furgón policial donde iban cinco presos camino de una penitenciaría. El furgón fue detenido, mataron al guardián y liberaron a los cinco presos. Ebrios de velocidad y de sangre, asaltaron un banco cualquiera (que no tenía fondos) y, en Texas, asesinaron a dos policías que les habían solicitado la documentación. Otros dos agentes cayeron en Oklahoma, uno por varios tiros a bocajarro, mientras su compañero fue secuestrado por los malhechores como rehén.

Tras un frustrado asilo en la casa de uno de sus chicos, Methvin (cuyo familiar acabó llamando a la policía) huyeron a tiempo una vez más. Pero, sin saberlo, el 22 de mayo de 1934 se toparon con una enésima persecución, un asedio y cerco, que serían definitivos. Se les conminó a la rendición y la respuesta fue la esperada: el plomo disparado a dos manos. Cayeron en plena carretera de Acadie. Después, un periódico publicó el poema enviado por la poetisa Bonnie Parker y que empezaba: «Un día de estos, caerán codo con codo…»

“Un grupo de seis policías los esperó durante dos días muy tensos, iban a matar a una de las parejas más célebres de la delincuencia estadounidense.A las 9.15, el Ford V-8, conducido por Clyde, apareció por la ruta. Sus ojos marrones escudriñaban el camino, pero parecía confiado. La bella Bonnie masticaba un sándwich, recostada sobre el asiento del coche. Los policías empezaron a disparar a quemarropa. Cuando los dos cadáveres fueron examinados en Arcadia, 32 kilómetros al este de Gibsland, el informe del forense precisó que cada uno de los cuerpos había recibido más de 50 balazos. El Ford tenía 167 orificios.”

Uno de los policias Ted Hinton, escribió en su libro “abrí la puerta del auto, y ví a la muchacha en medio de la sangre, pero aún olía a perfume y su peinado no se había arruinado. Sobre el piso del Ford estaban la pistola con la que Bonnie había alcanzado a disparar, un mapa de carreteras de Louisiana, y el sándwich a medio comer. En el auto se encontraron, también, muchas municiones, algunos elementos de camping, el saxo de Clyde, y quinientos dólares. Había, también, algunas patentes de autos falsificadas de Texas, Louisiana y Arkansas.”

Fuente Consultada: Crónica Negra del Siglo XX- José María López Ruiz
 

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