sábado, 14 de noviembre de 2020

Gabriela Mistral

 
Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga (Vicuña, Región de Coquimbo, Chile; 7 de abril de 1889-Nueva York, Estado de Nueva York, Estados Unidos; 10 de enero de 1957), fue una poetisa, diplomática, feminista y pedagoga chilena.

Una de las principales figuras de la literatura chilena y latinoamericana, fue la primera iberoamericana premiada con el Nobel: ganó el de Literatura en 1945.

Hija de Juan Jerónimo Godoy Villanueva, profesor de ascendencia diaguita, y de Petronila Alcayaga Rojas, de ascendencia vasca, Gabriela Mistral nació en Vicuña, ciudad en la que hoy existe un museo dedicado a ella en la calle donde nació y que actualmente lleva su nombre.

Petronila Alcayaga Rojas, madre de Gabriela Mistral

Madre: en el fondo de tu vientre se hicieron en silencio mis ojos, mi boca, mis manos. Con tu sangre rica me regabas como el agua a las papillas del jacinto, escondidas bajo la tierra. Mis sentidos son tuyos, y con éste como préstamos de tu carne ando por el mundo…

Yo era una niña triste, madre, una niña huraña como son los grillos obscuros en el día, como es el lagarto verde, bebedor del sol. Y tú sufrías de que tu niña no jugara como las otras, y solías decir que tenía fiebre cuando en la viña de la casa la encontrabas conversando con las cepas retorcidas y con un almendro esbelto y fino que parecía un niño embelesado…

Después, yo he sido una joven, y después una mujer. He caminado sola, sin el arrimo de tu cuerpo, y sé que eso que llaman la libertad es una cosa sin belleza. He visto mi sombra caer, fea y triste, sobre los campos sin la tuya chiquitita, al lado. He hablado sin necesitar tu ayuda. Y yo hubiera querido que, como antes, en cada frase mía estuvieran tus palabras para que lo que iba diciendo fuese como una guirnalda de las dos.
(Gabriela Mistral, «Recuerdo de la madre ausente»)

A los diez días sus padres se la llevaron a La Unión (Pisco Elqui), pero su «amado pueblo», como ella misma decía, era Montegrande, donde vivió de los tres a los nueve años, y donde pidió que le dieran sepultura.
Sus abuelos paternos, oriundos de la actual región de Antofagasta, fueron Gregorio Godoy e Isabel Villanueva; y los maternos, Francisco Alcayaga Barraza y Lucía Rojas Miranda, descendientes de familias propietarias de tierras del valle de Elqui. Gabriela Mistral tuvo una media hermana, que fue su primera maestra, Emelina Molina Alcayaga, y cuyo padre fue Rosendo Molina Rojas.

Casa-escuela de Montegrande.

Aunque su padre abandonó el hogar cuando ella tenía aproximadamente tres años, Gabriela Mistral lo quiso y siempre lo defendió. Cuenta que «revolviendo papeles», encontró unos versos suyos, «muy bonitos». «Esos versos de mi padre, los primeros que leí, despertaron mi pasión poética», escribió.


Mi padre

… Se llamaba Jerónimo Godoy Villanueva… dejó nuestra casa cuando yo tenía tres años; regresó a visitarnos a Diaguitas, cuando yo contaba unos diez, pero tampoco se quedó con nosotros. Casi toda su vida la pasó en su provincia natal de Atacama, creo que en el valle del Huayco donde su padre don Gregorio Godoy tenía tierra y ganados. Hay sangre suya dejada en esa región, donde él se formó una o más familias accidentales. Había en él igual errantismo que en mí, y nunca vivió mucho tiempo en el mismo lugar; conocía la pasión de la tierra; pero de la geografía caminada, y su vida fue a un mismo tiempo dolorosa y bella, exenta de hábitos burgueses de sedentarismo, y extraña, cuando me la cuentan, como una fábula que me hace llorar. Mi recuerdo de él pudiese ser amargo por la ausencia, pero está lleno de admiración de muchas cosas suyas…
(Carta de Gabriela Mistral a Virgilio Figueroa, Puerto Rico, 1933)


Primera Comunión de Gabriela Mistral

A los 15 años se enamoró platónicamente de Alfredo Videla Pineda, hombre rico y hermoso, más de 20 años mayor que ella, con el que se carteó durante casi año y medio. En 1906 conoció a Romelio Ureta, un funcionario de ferrocarriles. Este sacó un dinero de la caja del ferrocarril donde trabajaba con el fin de ayudar a un amigo; como no lo pudo devolver, Ureta se suicidó en 1909. Más tarde ―a raíz de su triunfo en los Juegos Florales con Sonetos de la muerte, versos que relacionaron con el suicida― nació el mito, que tuvo amplia difusión, del gran amor entre ambos.


LOS SONETOS DE LA MUERTE

 
I

Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.

    Te acostaré en la tierra soleada con una
dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
al recibir tu cuerpo de niño dolorido.

    Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
y en la azulada y leve polvareda de luna,
los despojos livianos irán quedando presos.

    Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
bajará a disputarme tu puñado de huesos!

II

Este largo cansancio se hará mayor un día,
y el alma dirá al cuerpo que no quiere seguir
arrastrando su masa por la rosada vía,
por donde van los hombres, contentos de vivir…

    Sentirás que a tu lado cavan briosamente,
que otra dormida llega a la quieta ciudad.
Esperaré que me hayan cubierto totalmente…
¡y después hablaremos por una eternidad!

    Sólo entonces sabrás el por qué no madura
para las hondas huesas tu carne todavía,
tuviste que bajar, sin fatiga, a dormir.

    Se hará luz en la zona de los sinos, oscura;
sabrás que en nuestra alianza signo de astros había
y, roto el pacto enorme, tenías que morir…

 
III

    Malas manos tomaron tu vida desde el día
en que, a una señal de astros, dejara su plantel
nevado de azucenas. En gozo florecía.
Malas manos entraron trágicamente en él…

    Y yo dije al Señor: -“Por las sendas mortales
le llevan. ¡Sombra amada que no saben guiar!
¡Arráncalo, Señor, a esas manos fatales
o le hundes en el largo sueño que sabes dar!

    ¡No le puedo gritar, no le puedo seguir!
Su barca empuja un negro viento de tempestad.
Retórnalo a mis brazos o le siegas en flor”

    Se detuvo la barca rosa de su vivir…
¿Que no sé del amor, que no tuve piedad?
¡Tú, que vas a juzgarme, lo comprendes, Señor!


En 1904 comenzó a trabajar como profesora ayudante en la Escuela de la Compañía Baja (en La Serena) y empezó a mandar colaboraciones al diario serenense El Coquimbo. Al año siguiente continuó escribiendo en él y en La Voz de Elqui, de Vicuña.

Desde 1908 fue maestra en la localidad de La Cantera y después en Los Cerrillos, camino a Ovalle. No estudió para maestra, ya que no tenía dinero para ello, pero posteriormente, en 1910, convalidó sus conocimientos ante la Escuela Normal № 1 de Santiago y obtuvo el título oficial de «profesora de Estado», con lo que pudo ejercer la docencia en el nivel secundario. Este hecho le costó la rivalidad de sus colegas, ya que este título lo recibió mediante convalidación de sus conocimientos y experiencia, sin haber concurrido al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile. Posteriormente su valía profesional quedó demostrada al ser contratada por el Gobierno de México para asentar las bases de su nuevo sistema educacional, modelo que actualmente se mantiene vigente casi en su esencia, pues solo se le han hecho reformas para actualizarlo.


Inicios literarios


Decreto del Ministerio de Educación que designa a Lucila Godoy
directora del Liceo 
de Niñas de Punta Arenas en 1918.

Casa que habitó Lucila Godoy en el popular Barrio Franklin

El 12 de diciembre de 1914 obtuvo el primer premio en el concurso de literatura de los «Juegos Florales» organizados por la FECh en Santiago, por sus Sonetos de la muerte.

Desde entonces utilizó el seudónimo literario «Gabriela Mistral» en casi todos sus escritos, en homenaje a dos de sus poetas favoritos, el italiano Gabriele D’Annunzio y el francés Frédéric Mistral.
En 1917, Julio Molina Núñez y Juan Agustín Araya publicaron una de las más importantes antologías poéticas de Chile, Selva lírica, donde Lucila Godoy aparece ya como una de las grandes poetas chilenas. Esta publicación es una de las últimas en que utiliza su nombre verdadero.
Desempeñó el cargo de inspectora en el Liceo de Señoritas de La Serena. Además, como destacada educadora, visitó México, Estados Unidos y Europa estudiando las escuelas y métodos educativos de estos países. Fue profesora invitada en las universidades de Barnard, Middlebury y Puerto Rico.

El hecho de haber vivido desde Antofagasta, en el extremo norte, hasta el puerto de Punta Arenas, en el extremo sur, donde dirigió su primer liceo y estimuló la vida de la ciudad, la marcó para siempre. Su mentor y quien la trasladara a dicha ciudad austral para hacerse cargo del Liceo N°1 de Niñas, fue el gobernador del territorio de Magallanes, general Luis Alberto Contreras y Sotomayor.
Su apego a Punta Arenas también se debió a su relación con Laura Rodig, que vivía en aquella ciudad. Pero la escritora de Elqui no soportaba bien el clima polar. Por eso, pidió un traslado, y en 1920 se mudó a Temuco, desde donde partió en ruta a Santiago al año siguiente. Durante su estancia en la Araucanía conoció a un joven llamado Neftalí Reyes, quien posteriormente sería conocido mundialmente como Pablo Neruda.

Gabriela Mistral aspiraba a un nuevo desafío después de haber dirigido dos liceos de pésima calidad. Opositó y ganó el puesto prestigioso de directora del Liceo № 6 de Santiago, pero los profesores no la recibieron bien, reprochándole su falta de estudios profesionales.

Gabriela Mistral en México, junto con sus compañeros maestros, 1922

Desolación, considerada su primera obra maestra, apareció en Nueva York en 1922 publicada por el Instituto de Las Españas, a iniciativa de su director Federico de Onís. La mayoría de los poemas que forman este libro los había escrito diez años atrás mientras residía en la localidad de Coquimbito.

Gabriela Mistral en 1925.

El 23 de junio de 1922 Gabriela Mistral, en compañía de Laura Rodig, zarpó hacia México en el vapor Orcoma, invitada por el entonces ministro de Educación José Vasconcelos. Allí permaneció casi dos años, trabajando con los intelectuales más destacados del mundo hispanohablante en aquel entonces.

En 1923 se inauguró su estatua en México, se publicó allí su libro Lectura para mujeres, apareció en Chile la segunda edición de Desolación (con una tirada de 20 000 ejemplares) y apareció en España la antología Las mejores poesías, con prólogo de Manuel de Montoliú.

Tras una gira por Estados Unidos y Europa, volvió a Chile, donde la situación política era tan tensa que se vio obligada a partir de nuevo, esta vez para servir en Europa como secretaria de una de las secciones de la Liga de Naciones en 1926; el mismo año ocupó la secretaría del Instituto de Cooperación Internacional, de la Sociedad de las Naciones, en Ginebra.

En 1924 publicó en Madrid Ternura, libro en el que practicó una novedosa «poesía escolar», renovando los géneros tradicionales de la poesía infantil (por ejemplo, canciones de cuna, rondas, y arrullos) desde una poética austera y muy depurada. Petronila Alcayaga, su madre, murió en 1929, por lo cual le dedicó la primera parte de su libro Tala.

Gabriela Mistral con el muralista colombiano 
Santiago Martínez Delgado, en 1930.



Su vida fue, en adelante, una continuación de la errantía incansable que conoció en Chile, sin un puesto fijo en que utilizar su talento. Prefirió, entonces, vivir entre América y Europa. Así, viajó, por ejemplo, a la isla de Puerto Rico en 1931, como parte de un tour del Caribe y de América del Sur. Es en esta gira donde la nombra «Benemérita del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional» en Nicaragua el general Augusto Sandino, a quien había dado su apoyo en numerosos escritos. Además, dio discursos en la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, en Santo Domingo, en Cuba, y en todos los otros países de América Central.

A partir de 1933, y durante un periodo de veinte años, trabajó como cónsul de su país en ciudades de Europa y América. Su poesía fue traducida al inglés, francés, italiano, alemán y sueco, y ha resultado muy influyente en la obra creativa de muchos escritores latinoamericanos posteriores, como Pablo Neruda y Octavio Paz.

Homenaje del Rotary Club Vicuña a Gabriela Mistral en Vicuña
el 3 de junio de 1938



Premio Nobel

La noticia de que había ganado el Nobel la recibió en 1945 en Petrópolis, la ciudad brasileña donde desempeñaba la labor de cónsul desde 1941 y donde se había suicidado Yin Yin (Juan Miguel Godoy Mendoza) a los 18 años, quien era su sobrino según la documentación oficial, pero que dijo ya estando muy disminuida en sus días finales a Doris Dana que era su hijo carnal, al que, con su amiga y confidente Palma Guillén, “había adoptado” y con el que vivía por los menos desde que este tenía cuatro años.
La motivación para entregarle el premio fue «su obra lírica que, inspirada en poderosas emociones, ha convertido su nombre en un símbolo de las aspiraciones idealistas de todo el mundo latinoamericano».


Tengo la honra de saludar a sus Altezas Reales…

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 los Príncipes Herederos, a los Honorables Miembros del Cuerpo Diplomático, a los componentes de la Academia Sueca y a la Fundación Nobel, a las eminentes personalidades del Gobierno y de la Sociedad aquí presentes:
Hoy Suecia se vuelve hacia la lejana América ibera para honrarla en uno de los muchos trabajos de su cultura. El espíritu universalista de Alfredo Nóbel estaría contento de incluir en el radio de su obra protectora de la vida cultural al hemisferio sur del Continente Americano tan poco y tan mal conocido.

Hija de la Democracia chilena, me conmueve tener delante de mí a uno de los representantes de la tradición democrática de Suecia, cuya originalidad consiste en rejuvenecerse constantemente por las creaciones sociales valerosas. La operación admirable de expurgar una tradición de materiales muertos conservándole íntegro el núcleo de las viejas virtudes, la aceptación del presente y la anticipación del futuro que se llama Suecia, son una honra europea y significan para el continente Americano un ejemplo magistral.

Hija de un pueblo nuevo, saludo a Suecia en sus pioneros espirituales por quienes fue ayudada más de una vez. Hago memoria de sus hombres de ciencia, enriquecedores del cuerpo y del alma nacionales. Recuerdo la legión de profesores y maestros que muestran al extranjero sus escuelas sencillamente ejemplares y miro con leal amor hacia los otros miembros del pueblo sueco: campesinos, artesanos y obreros.

Por una venturanza que me sobrepasa, soy en este momento la voz directa de los poetas de mi raza y la indirecta de las muy nobles lenguas española y portuguesa. Ambas se alegran de haber sido invitadas al convivio de la vida nórdica, toda ella asistida por su folklore y su poesía milenarias. Dios guarde intacta a la Nación ejemplar su herencia y sus creaciones, su hazaña de conservar los imponderables del pasado y de cruzar el presente con la confianza de las razas marítimas, vencedoras de todo.

Mi Patria, representada aquí por nuestro culto Ministro Gajardo, respeta y ama a Suecia y yo he sido invitada aquí con el fin de agradecer la gracia especial que le ha sido dispensada. Chile guardará la generosidad vuestra entre sus memorias más puras.
(Discurso de Gabriela Mistral ante la Academia Sueca al recibir el Premio Nobel
de Literatura, el 12 de diciembre de 1945) – Fuente:


A finales de 1945 regresó a Estados Unidos por cuarta vez, entonces como cónsul en Los Ángeles y, con el dinero ganado con el premio, se compró una casa en Santa Bárbara. Fue allí donde al año siguiente escribió gran parte de Lagar I, en muchos de cuyos poemas se observa la huella de la Segunda Guerra Mundial, y que sería publicado en Chile en 1954.

Gabriela Mistral en San Francisco, 1946

En 1946, conoció a Doris Dana, una escritora estadounidense con quien estableció una controvertida relación, y de quien no se separaría hasta su muerte.


En Nueva York


Gabriela Mistral en los años 1950

Gabriela Mistral fue nombrada cónsul en Nueva York en 1953, cargo que consiguió para estar junto a la escritora y bachiller estadounidense Doris Dana, a quien había conocido en 1946 y quien fue receptora, portavoz y albacea oficial.
La correspondencia entre Doris Dana y Gabriela Mistral revela aparentemente el establecimiento de una sólida relación interpretada por muchos como homosexual entre ambas, cosa que Dana negó hasta el final de sus días. Existe correspondencia entre ambas, que publicó en Chile la editorial Lumen en 2009 bajo el título de Niña errante, con transcripción, prólogo y notas de Pedro Pablo Zegers, conservador del Archivo del Escritor, de la Biblioteca Nacional.
«Doris, yo estoy en Estados Unidos por ti ―le dice en una carta―. Soy tuya en todos los lugares del mundo y del cielo». Y antes: «Tal vez fue locura muy grande entrar en esta pasión».

En 1954, Gabriela Mistral fue recibida con honores tras la invitación del gobierno de Chile encabezado por Carlos Ibáñez del Campo. En esa ocasión la acompañó Doris Dana, a quien la prensa nacional identificaba como «la secretaria de Mistral», y que pisaba tierra chilena por primera y última vez.

En Santiago, que había declarado día festivo, la esperaban las autoridades de la capital, mientras su auto descubierto era escoltado por patrullas de carabineros seguidas de huasos a caballo y escolares destacados de diferentes colegios portando banderas. En su trayecto, Gabriela Mistral pasó por un arco de triunfo hecho con flores frescas en la Alameda con España ― «El buen sembrador siembra cantando», se podía leer en él―; a su paso la gente le lanzaba flores. En la tarde, fue recibida en La Moneda por el presidente Ibáñez y al día siguiente, se la honró con el título de doctor honoris causa por la Universidad de Chile.
Posteriormente volvió a Estados Unidos, «país sin nombre», según ella. Para Gabriela Mistral, la ciudad de Nueva York era demasiado fría; ella hubiera preferido vivir en Florida o Nueva Orleans (había vendido su propiedad en California), y así se lo dijo a Doris, a quien le propuso comprar una casa a nombre de las dos en alguno de esos lugares, pero al final terminó acomodándose en Long Island, en la mansión de la familia de Doris Dana y se instaló en las afueras de la megalópolis: «Pero si tú no quieres dejar tu casa, cómprame, repito, un calentador y quedamos aquí», le escribe en 1954.

Doris Dana en esa época, consciente de que la existencia de Gabriela Mistral era finita, comenzó un minucioso registro de cada conversación que tenía con la poeta. Además, acumuló un total de 250 cartas y miles de ensayos literarios, que hoy constituyen el más importante legado mistraliano y que fue donado por su sobrina Doris Atkinson después de su muerte, acaecida en noviembre de 2006.


Muerte, homenajes póstumos y legado


Centro preescolar Gabriela Mistral en Houston, Estados Unidos.

Mistral tenía diabetes y problemas cardíacos. Finalmente murió en el Hospital de Hempstead (en la ciudad de Nueva York) a causa de un cáncer de páncreas, el 10 de enero de 1957, a la edad de 67 años, estando Doris Dana presente.

Doris Dana permaneció como albacea de la obra de Mistral y evitó enviarla a Chile hasta que no se reconociera a la poeta como correspondía a su estatura mundial. Incluso se le llegó a extender una invitación de parte del gobierno del presidente Ricardo Lagos Escobar, cosa que ella gentilmente declinó.

En su testamento, Mistral estipuló que el dinero producido por la venta de sus libros en América del Sur debía destinarse a los niños pobres de Montegrande, donde pasó sus mejores años de infancia, y el de la venta en otras partes del mundo a Doris Dana y Palma Guillén, quien renunció a esa herencia en beneficio de los niños pobres de Chile. Esta petición de la poeta no se había podido realizar debido al decreto 2160, que derivaba los fondos a editoriales e intelectuales. Este decreto fue derogado y actualmente los ingresos producto de su obra llegan a los niños de Montegrande en el valle del Elqui.
La sobrina de Doris Dana, Doris Atkinson, donó finalmente al Gobierno chileno el legado literario de Mistral ―más de 40 000 documentos, custodiados actualmente en los archivos de la Biblioteca Nacional de Chile, incluidas las 250 cartas escogidas por Zegers para su publicación―.

Sus restos llegaron a Chile el 19 de enero de 1957 y fueron velados en la casa central de la Universidad de Chile, para después ser sepultados en Montegrande, como era su deseo. Una vez mencionó que le gustaría que bautizaran un cerro de Montegrande en su honor; lo consiguió póstumamente: el 7 de abril de 1991, en el que hubiera sido su 102.° cumpleaños, el cerro Fraile pasó a llamarse Gabriela Mistral.

El poeta y estudioso de la obra de Gabriela Mistral, Jaime Quezada, ha editado una serie de libros póstumos con escritos de la premio Nobel: Escritos políticos (1994), Poesías completas (2001), Bendita mi lengua sea (2002) y Prosa reunida (2002).

Centro Cultural Gabriela Mistral.

La Organización de los Estados Americanos instituyó en 1979 el Premio Interamericano de Cultura «Gabriela Mistral», «con el propósito de reconocer a quienes han contribuido a la identificación y enriquecimiento de la cultura propia de América y de sus regiones o individualidades culturales, ya sea por la expresión de sus valores o por la asimilación e incorporación a ella de valores universales de la cultura». Fue otorgado por primera vez en 1984 y por última en 2000. Además, hay una serie de otros premios y concursos que llevan su nombre.

Una universidad privada fundada en 1981, una de las primeras en Chile, también lleva su nombre: la Universidad Gabriela Mistral.

En 1997, el gobierno de Chile instituyó en su honor la Orden al Mérito Docente y Cultural Gabriela Mistral.

El 15 de noviembre de 2005, Gabriela Mistral recibió un homenaje en el Metro de Santiago en conmemoración de los sesenta años de su recepción del premio Nobel. Se le dedicó un tren boa tapizado con fotografías de la poeta.

Prácticamente todas la ciudades importantes de Chile poseen una calle, plaza o avenida bautizada en honor a ella con su nombre literario.

En diciembre de 2007 llegó a Chile gran parte del material retenido en Estados Unidos por su primera albacea, Doris Dana. Lo recibió la ministra chilena de cultura Paulina Urrutia, junto a Doris Atkinson, la nueva albacea. El trabajo de recopilación, transcripción y clasificación ha sido hecho por el humanista chileno Luis Vargas Saavedra que, al mismo tiempo, ha preparado una edición del trabajo llamada Almácigo.

El 19 de octubre de 2009 se renombró el edificio Diego Portales como Centro Cultural Gabriela Mistral. La presidenta de la República Michelle Bachelet promulgó la ley 20386, publicada el 27 de octubre de 2009, que cambió la denominación del edificio a Centro Cultural Gabriela Mistral, «con la finalidad de perpetuar su memoria y honrar su nombre y su contribución a la conformación del patrimonio cultural de Chile y de las letras hispanoamericanas».


Numismática

La imagen de Gabriela Mistral ha aparecido en el billete de 5000 pesos chilenos desde julio de 1981. En septiembre de 2009 se puso en circulación un nuevo billete, del mismo valor, con una imagen más agradable de Mistral.


Premios y distinciones

  • 1945: Premio Nobel de Literatura
  • 1947: Doctor honoris causa por el Mills College of Oakland (California).
  • 1951: Premio Nacional de Literatura de Chile

Entre los muchos doctorados honoris causa que ella recibió, destacan los de la Universidad de Guatemala, la Universidad de California (Los Ángeles) y la Universidad de Florencia (Italia), por nombrar algunos, además del que le otorgó a su regreso a la patria en 1953 la Universidad de Chile.


Obras


Mural en cerámina de Fernando Daza, ubicado en las faldas del costado sur del Cerro Santa Lucía, creado en 1971, y restaurado en 1997.

  • Desolación, Instituto de las Españas en los Estados Unidos, Nueva York, 1922.
  • Lecturas para mujeres. Destinadas a la enseñanza del lenguaje, con prólogo de Palma Guillén. México: Departamento Editorial de la Secretaría de Educación de México, 1923.
  • Ternura. Canciones de niños: rondas, canciones de la tierra, estaciones, religiosas, otras canciones de cuna. Madrid: Saturnino Callejas, 1924.
  • Nubes blancas: poesías, y La oración de la maestra, B. Bauza, Barcelona, 1930.
  • Tala, Editorial Sur, Buenos Aires, 1938; descargable desde el portal Memoria Chilena
  • Antología, selección de la autora; Editorial Zig-Zag, Santiago, 1941.
  • Los sonetos de la muerte y otros poemas elegíacos. Santiago: Philobiblion, 1952.
  • Lagar, Editorial del Pacífico, Santiago, 1954.
  • Recados, contando a Chile. Santiago: Editorial del Pacífico, 1957.

Ediciones póstumas:


Busto de Gabriela Mistral en Guayaquil, Ecuador.

  • Desolación, Ternura, Tala y Lagar, compilación de Palma Guillén; México DF: Parrúa, 1957.
  • Motivos de San Francisco, selección y prólogo de César Díaz-Muñoz Cormatches. Santiago: Editorial del Pacífico, 1965; descargable desde el portal Memoria Chilena.
  • Poema de Chile, texto revisado por Doris Dana; Editorial Pomaire, 1967; descargable desde el portal Memoria Chilena
  • Poesías completas, con prólogo de Esther de Cáceres. Madrid: Aguilar, 1968.
  • Magisterio y niño, selección de prosas y prólogo de Roque Esteban Scarpa. Santiago: Editorial Andrés Bello, 1979; descargable desde el portal Memoria Chilena.
  • Lagar II. Santiago: Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Biblioteca Nacional), 1991; descargable desde el portal Memoria Chilena.
  • Antología mayor, 4 tomos (1: Poesía; 2: Prosa; 3: Cartas; 4: Vida y obra), edición y cronología general de Luis Alberto Ganderats. Santiago: Lord Cochrane, 1992.
  • Gabriela Mistral en ‘La Voz de Elqui’. Santiago: Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Museo Gabriela Mistral de Vicuña, 1992; descargable desde el portal Memoria Chilena.

  • Monumento a Gabriela Mistral, en Viña del Mar (Chile).

  • Gabriela Mistral en «El Coquimbo». Santiago: Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, Museo Gabriela Mistral de Vicuña, 1994; descargable desde el portal Memoria Chilena.
  • Gabriela Mistral: Escritos políticos, selección, prólogo y notas de Jaime Quezada. Santiago: Fondo de Cultura Económica, 1994.
  • Poesías completas, con un estudio preliminar y referencias cronológicas de Jaime Quezada. Santiago: Andrés Bello, 2001.
  • Bendita mi lengua sea. Diario íntimo de Gabriela Mistral (1905-1956), edición de Jaime Quezada. Santiago: Planeta/Ariel, 2002; descargable desde el portal Memoria Chilena. * El ojo atravesado. Correspondencia entre Gabriela Mistral y los escritores uruguayos, edición, selección y notas de Silvia Guerra y Verónica Zondek. Santiago: LOM, 2005.
  • Gabriela Mistral: 50 prosas en «El Mercurio»: 1921-1956, prólogo y notas de Floridor Pérez. Santiago: El Mercurio/Aguilar, 2005.
  • Moneda dura. Gabriela Mistral por ella misma, compilado por Cecilia García Huidobro. Santiago: Catalonia, 2005.
  • Esta América nuestra. Correspondencia 1926-1956. Gabriela Mistral y Victoria Ocampo, edición, introducción y notas de Elisabeth Horan y Doris Meyer. Buenos Aires: El Cuenco de Plata, 2007.
  • Gabriela Mistral esencial. Poesía, prosa y correspondencia, selección, prólogo, cronología y notas de Floridor Pérez. Santiago: Aguilar, 2007.
  • Gabriela y México, selección y prólogo de Pedro Pablo Zegers. Santiago: Red Internacional del Libro, 2007.
  • Gabriela Mistral. Álbum personal. Santiago: Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos; Pehuén, 2008.
  • Almácigo, poemas inéditos; edición de Luis Vargas Saavedra. Santiago: Universidad Católica de Chile, 2009.
  • Niña errante. Cartas a Doris Dana, edición y prólogo de Pedro Pablo Zegers; Lumen, Santiago, 2009.
  • Hijita querida, edición, selección y prólogo de Pedro Pablo Zegers; Dibam/Pehuén, Santiago, 2011.
  • Epistolario americano, correspondencia con José Vasconcelos y Radomiro Tomic, además de Ciro AlegríaSalvador AllendeAloneEduardo Frei MontalvaPablo Neruda y Ezra Pound, entre otros; Santiago: Das Kapital Ediciones, 2012.
  • Baila y sueña. Rondas y canciones de cuna inéditas de Gabriela Mistral, 13 canciones de cuna y 18 rondas inéditas recopiladas por Luis Vargas Saavedra, quien las descubrió en 2006, cuando Doris Atkinson lo invitó a conocer una serie de manuscritos inéditos en South Hadley; Santiago: Universidad Católica, 2012.
  • Caminando se siembra, prosas inéditas, selección de Luis Vargas Saavedra. Santiago: Lumen, 2013.
  • Poema de Chile, nueva versión con edición, investigación y prólogo de Diego del Pozo, que suma 54 poemas a los 70 que tenía el preparado por Doris Dana en 1967. Santiago: La Pollera, 2013.
  • Por la humanidad futura, antología política de Gabriela Mistral. Investigación, edición y prólogo por Diego del Pozo. El libro rescata textos políticos inéditos, así como otros que no estaban compilados anteriormente, además de discursos y entrevistas. Santiago: La Pollera, 2015.

Obras sobre Gabriela Mistral


Selección de poesías, prosas diversas y cartas, acompañadas de la bibliografía completa de la autora, numerosos estudios sobre su obra.

http://www.gabrielamistral.uchile.cl/


 

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